...En función de esa agencia –aquello que se hace-, los melanesios transcurren en una alternancia sexual constante. Ahora bien, lo sugestivo es que esa alternancia se define relacionalmente, a partir de la interacción con otros. A través de los rituales de iniciación, Strathern explora las prácticas melanesias de conocimiento y definición de la propia identidad sexual. El resultado del análisis nos recuerda a Ingold: si Occidente identifica las cosas y las personas por sus atributos intrínsecos, los melanesios, arguye Strathern, se conocen e identifican interactuando, y específicamente, transaccionando con otros. Mientras nosotros esperamos –y decimos- que un hombre se vuelva más hombre por asociarse a elementos masculinos, los rituales melanesios muestran lo contrario: un hombre puede afirmar su masculinidad por contener dentro de sí atributos femeninos, y por masculinizar esos atributos. En el caso de los Gimi, por ejemplo, los hombres masculinizan la sangre menstrual, o se proclaman exclusivamente responsables de la reproducción, englobando, así, poderes (la fertilidad) típicamente femeninos; entre los Paiela, un hombre sólo puede volverse hombre a través de la intervención de un espíritu femenino. En ambos casos, se puede decir que son las mujeres las que hacen a los hombres hombres. Recíprocamente, entre los Gimi, en sus ritos de iniciación las mujeres deben incorporar atributos masculinos, pues de ellos dependen para poder, en el futuro, procrear hijos. Aquello que llamamos identidad sexual no se define por una saturación de elementos del mismo sexo, sino por la transacción de atributos con el sexo opuesto. De modo que una característica fundamental de las prácticas de conocimiento melanesias es que las personas se conocen de modo relacional; dependen de otros –y de la interacción con otros- para conocerse a sí mismas9. Esta interdependencia nos permite decir que para los melanesios, las personas sólo existen en relación, y no como entidades primarias que entran en relación....